sábado, 18 de marzo de 2017

Remembranzas de los 48

En estos días cumplí 48 años, no es una gran cosa, no hay relevancia en el número, al contrario, hay una serie de planteos que me hago cada vez que pasa un año de mi vida, me preocupa lo que viene y me da satisfacción lo que paso y el estado presente.

Fue un día satisfactorio, almuerzo con mis compañeros de trabajo, un lindo gesto, llamadas de amigos de la infancia, otro gesto importante para mí. Llego a casa después de un día arduo de trabajo y estoy con mi familia, besos, regalos y otras cosas que son parte del propio día, hasta allí todo normal, un día de cumpleaños como cualquiera.
Por la noche, después de cenar nos sorprendimos que no había helado, fui con mis dos hijos más chicos, caminando por las calles del pueblo, compramos helado, y sin darme cuenta caminamos por la calle donde pasé mi infancia, frente a la casa de mis abuelos, se puede decir que allí crecí. Pero puse mis ojos en un sitio en particular, un árbol donde junto el, mi abuelo había construido un banco, allí pasábamos con las muchas horas, yo acostumbraba a recostarme en su pecho y hablar con sobre quien sabe que cosas, fue para mí un sustituto maravilloso, aquella figura paternal a la cual me aferré ante la ausencia de mi padre, que años, cuanto aprendí con él, como olvidarlo. Les aseguró que en pocos metros, mi mente divagó hacia el pasado, y me emocione, mucho, muchísimo.
No todo quedo allí, soy muy agradecido a Dios en la familia que me puso, cuando digo esto, me tomo el atrevimiento de decir que así fue, yo era una criatura desamparada, el creador me vio y tubo misericordia de mí. Pero mi mente vuelve a ese árbol, es allí donde el tiempo se detiene, es allí donde me veo a mi mismo solo en este mundo, pero contenido, es allí donde el futuro es incierto, pero estoy seguro, es en ese lugar donde encontraba las respuestas a todas las cosas; en ese lugar cierro los ojos y veo a mi abuelo sentado en una tarde de verano y a mi abuela en su jardín.
Hoy ya todo cambio, lo único que queda el ese árbol al cual me aferro, ya que es testigo de aquellos tiempos, y hoy recuerdo con mucho afecto todas aquellas cosas que tuve en mi familia, mi infancia llena de tantas cosas, tías, primos, abuelos, fiestas, el campo, los juegos y otras cosas que están en el baúl de los recuerdos, y ahora vuelven a cobrar vida en mi memoria.
No todos los días se cumples 48, pero lo que pretendía ser un día normal, termino siendo un tiempo de remembranza, y no dejo de asombrarme del diseño de Dios, el hace todo perfecto, lejos este mi pretender tener algo de perfección, sino que sus planes son así, perfectos, todo termina donde el así lo planeo, hoy algunas personas de los recuerdos ya no están, se fueron, y yo estoy aquí disfrutando de su bondadosa providencia, disfrutando de la nueva familia que me dio, una esposa y 4 hijos. Estoy agradecido al Señor, pero los más profundo creo, es que estoy y me siento complacido por lo que Dios ha hecho en mí, y la complacencia es satisfacción en el, por eso, puedo tener una sana remembranza.
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy;
   y su gracia  no ha sido en vano para conmigo,”
                                                                                           1º Corintios 15:10

Mario Grigüelo
Marzo del 2017