Estamos alejados
Señor, no el uno del otro
Si no yo de ti.
Yo, uno lejos, distante.
Pero me acerco,
veo tu mirar y tus brazos abiertos. Y
silenciosamente te digo
Señor…empecemos de nuevo.
Estamos juntos
Señor, pero mi pensar se disipa
Mi corazón no te
busca, mi alma no te necesita.
El vacío me
envuelve, la oscuridad no me deja ver.
Te busco, te
llamo. Te encuentro y te exclamo
Señor…empecemos de nuevo.
Estamos juntos
Señor, tu allí en el lugar de siempre…
Nuestro lugar de
siempre, pero yo no estoy allí.
Estoy apurado,
ocupado, aturdido, presionado.
Cansado y
agobiado…sin gozo.
Vuelvo allí, a
nuestro lugar, veo tus ojos tristes
Y una ves mas te
digo, Señor…empecemos de nuevo.
Un día todo
cambio…no fui yo él me aleje, sino él.
Me sorprendió, no
entendí, no supe porque.
Pregunte, pero el
no me respondió.
Reflexione y
silenciosamente examine mi andar…estaba sucio
El pecado abia
machado mis pies, mis manos… todo mi ser.
Caí en el profundo
pozo de la tristeza y el pesar.
Él no estaba ¿ quien de allí me podía sacar ?
Estuve mucho
tiempo así, hasta que un día... él,
volvió.
Sin hablar, sin
preguntar de allí me saco.
Luego, me limpio, sus ropas estaban sucias.
Su hablar y su
pureza era grande.
Luego del hombro
me tomo… caminamos sin hablar nada.
Yo intente decir
algo: “Señor perdóname…”
Pero no pude
continuar por el llanto.
Él, con su único e
infinito amor me miro, se fue más adelante
Y con su vos y con
su mano me llamo.
Diciedome, ven,
sígueme… empecemos de nuevo.
Mario Grigüelo
“Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno
te he
amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.”
Jerm 31:3.