Fue un día satisfactorio, almuerzo con mis compañeros de trabajo, un lindo
gesto, llamadas de amigos de la infancia, otro gesto importante para mí. Llego
a casa después de un día arduo de trabajo y estoy con mi familia, besos, regalos
y otras cosas que son parte del propio día, hasta allí todo normal, un día de
cumpleaños como cualquiera.
Por la noche, después de cenar nos sorprendimos que no había helado, fui
con mis dos hijos más chicos, caminando por las calles del pueblo, compramos
helado, y sin darme cuenta caminamos por la calle donde pasé mi infancia,
frente a la casa de mis abuelos, se puede decir que allí crecí. Pero puse mis
ojos en un sitio en particular, un árbol donde junto el, mi abuelo había
construido un banco, allí pasábamos con las muchas horas, yo acostumbraba a
recostarme en su pecho y hablar con sobre quien sabe que cosas, fue para mí un
sustituto maravilloso, aquella figura paternal a la cual me aferré ante la ausencia
de mi padre, que años, cuanto aprendí con él, como olvidarlo. Les aseguró que
en pocos metros, mi mente divagó hacia el pasado, y me emocione, mucho, muchísimo.
No todo quedo allí, soy muy agradecido a Dios en la familia que me puso,
cuando digo esto, me tomo el atrevimiento de decir que así fue, yo era una
criatura desamparada, el creador me vio y tubo misericordia de mí. Pero mi
mente vuelve a ese árbol, es allí donde el tiempo se detiene, es allí donde me
veo a mi mismo solo en este mundo, pero contenido, es allí donde el futuro es
incierto, pero estoy seguro, es en ese lugar donde encontraba las respuestas a
todas las cosas; en ese lugar cierro los ojos y veo a mi abuelo sentado en una
tarde de verano y a mi abuela en su jardín.
Hoy ya todo cambio, lo único que queda el ese árbol al cual me aferro, ya
que es testigo de aquellos tiempos, y hoy recuerdo con mucho afecto todas
aquellas cosas que tuve en mi familia, mi infancia llena de tantas cosas, tías,
primos, abuelos, fiestas, el campo, los juegos y otras cosas que están en el
baúl de los recuerdos, y ahora vuelven a cobrar vida en mi memoria.
No todos los días se cumples 48, pero lo que pretendía ser un día normal,
termino siendo un tiempo de remembranza, y no dejo de asombrarme del diseño de
Dios, el hace todo perfecto, lejos este mi pretender tener algo de perfección,
sino que sus planes son así, perfectos, todo termina donde el así lo planeo, hoy
algunas personas de los recuerdos ya no están, se fueron, y yo estoy aquí
disfrutando de su bondadosa providencia, disfrutando de la nueva familia que me
dio, una esposa y 4 hijos. Estoy agradecido al Señor, pero los más profundo
creo, es que estoy y me siento complacido por lo que Dios ha hecho en mí, y la
complacencia es satisfacción en el, por eso, puedo tener una sana remembranza.
“Pero
por la gracia de Dios soy lo que soy;
y su gracia no ha sido en vano para conmigo…,”
1º Corintios 15:10
Mario Grigüelo
Marzo del 2017