En una tarde de verano, una briza fresca corría en el
living de mi casa, en aquellos años la lectura en familia era para mí algo común,
cotidiano; parte de mi construcción de aquellos días. En esa tarde, me disponía a leer, pero no sabía
que libro tomar. Le pregunte a mi mama que libro podía leer, a lo cual ella se acercó
a la biblioteca, miro detenidamente los lomos de los libros y me dio un libro
muy grueso por cierto, a lo cual pensé en ese momento, que no era precisamente
el libro justo para esa tarde. sin saber yo que uno juzga los
libros por su espesor y no por su contenido, hay libros que son gruesos, es
decir con muchas páginas, y basta solo con leerlos para llegar a la conclusión
que no dicen nada, hay también otros libros que son muy delgados y diminutos y
dicen mucho, más de lo que uno se imagina antes de leerlos. Pero esa tarde yo juzgue
a ese libro, seguro mi mama algo vio en
mi cara, y me dijo lo siguiente –en ese
libro vas a descubrir la belleza de la lectura- me quede con esa
premisa que me condiciono cuando empecé a leer este misterioso libro, cuando lo
termine comprendí lo que mi mama me quiso decir, ese libro era Las Mil y Una Noches. Un libro bello,
pero bellísimo para la imaginación de un muchacho lleno de ilusiones e imaginación. Desde allí me pongo a preguntar que ¿es la belleza?, que sin
duda la mayoría de nuestra sociedad traslada lo lindo a lo fisico,
cuando en realidad lo bello esta en nosotros, parte de nosotros y hacia otros en lo que nos rodea. Este pensamiento no escapa a quienes se han tomado el trabajo
de escribir un poco mejor que yo sobre lo bello que rodea al hombre…Kant en su ensayo
Lo Bello Y Lo Sublime dice lo
siguiente…
La noche es sublime, el día es
bello. En la calma de la noche estival, cuando la luz temblorosa de las
estrellas atraviesa las sombras pardas y la luna solitaria se halla en el horizonte,
las naturalezas que posean un sentimiento de lo sublime serán poco a poco arrastradas
a sensaciones de amistad, de desprecio del mundo y de eternidad. El brillante
día infunde una activa diligencia y un sentimiento de alegría. Lo sublime,
conmueve; lo bello, encanta. La expresión del hombre, dominado por el sentimiento
de lo sublime, es seria; a veces fija y asombrada. Lo sublime presenta a su vez
diferentes caracteres. A veces le acompaña cierto terror o también melancolía,
en algunos casos meramente un asombro tranquilo, y en otros un sentimiento de
belleza extendida sobre una disposición general sublime.
Es de esta
manera que noto que lo bello me rodea, y lejos este de mi todo narcisismo sino
al contrario, encuentro en las cosas pequeñas de la vida, mi vida, esta única vida
que Dios creador de toda la belleza que me ha dado. Las insignificancias de lo
bello, las veo a diario, los hijos, verlos crecer, mi esposa que a pesar del
tiempo y lo vivido la sigo amando con un amor puro, la música bella, esa que me
hace emocionar y correr alguna lagrima, eso es bello. Por ejemplo, me gusta coleccionar Cactus,
tengo muchos de diferentes variedades, algunos de ellos están junto a la
ventana de mi cocina, me gusta por la mañana levantarme correr a cortina y
verlos, la luz de sol que les da desde muy temprano, el vidrio pone su parte, el calor de adentro
y el frio afuera, le dan a ese entorno algo bello y único de cada mañana, mate,
calor y familia me hacen sentir en casa, y noto que después de mucho transitar
puedo decir que me rodea lo bello y porque no también, lo sublime…
“porque nunca decayeron sus misericordias.
Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.
Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él
esperaré.
Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que
le busca.”
Lam
3:22-24
Mario Griguelo
Lima.Bs-As. Argentina
18 de Abril 6:32 Am
Un poco de belleza
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