En una mañana fría, el viento
golpea las ventanas, los ruidos son como fantasmas que buscan asediarme en la
casa donde el tiempo pasa, el aroma del café invade mi lugar de estudio, libros
de aquí y de allá, pensamientos, planes y proyectos nos quitan la lentitud al vivir y la sensación de satisfacción, la tiranía de lo urgente quien quita de
nosotros la belleza de las cosas simples. Mientras esto acontece me dispongo a
la acción de ordenar mi biblioteca, de repente el living se transformó en un
lugar de pilas de libros, acomodando allí y acá de uno de ellos se cae un conjuntos
de fotos, una de mi hija, otra de mi hijo y de repente una de mi esposa con su
vestido de novia…cuando la vi el tiempo se detuvo, mis sentimientos se
comenzaron a despertar, dos cosas me
llamaron la atención de la foto, su
sonrisa y su mirada, su belleza
toda, pero estas cosas me hicieron pensar y mucho. El tiempo paso, claro y pasa
para los dos, pero mi pregunta fue ¿hay cosas que permanecen en mí y en
nosotros? Seguramente sería egoísta de mi parte si yo hago este planteo
condicionado a la opinión de ella, pero permítame, o me permito a mí mismo
pensar sobre qué cosas permanecen en mi hacia ella, no por exaltación sino por
revisar el compromiso pactado aquel día.
Los años van pasando, la edad
va haciendo lo suyo, y aun los hijos están creciendo, nuestras situaciones son
cada vez más distintas, pero nuestro amor es cada vez más maduro, lento, muy
lento, pero maduro. Nuestro Señor nos ha llevado por caminos insondables, muy
duros en algunos casos, satisfactorios por otros, pero él nunca nos
faltó…después de todas estas cosas vividas veo su mirada y estoy agradecido a
Dios por la mujer que me dio, veo su sonrisa y me agrada verla reír, son
momentos que guardo en corazón, pero fue
solo un momento que pensé cuando vi esa foto, recordé cuanto nos costó llegar
hasta ese día, y llego y paso, el tiempo fue y hoy estamos aquí con cuatro
hijos hermosos a quienes amo profundamente, ¿que permanece intacto en mi
entonces desde aquel día?, y uno podría decir “el amor” y me parece que es un discurso
gastado, echo y porque no decirlo uno más, ¡pero cuando vi a mi esposa en esa
foto!, me vino la misma sensación que tuve (y
tengo) desde el día que la conocí, esa sensación de no sé qué, algo me produce, me deja sin palabras, mi respiración
cambia cuando veo su mirada y su sonrisa, y es eso lo que me hace que la ame
profundamente, y este amor esta aún más allá de las situaciones de cada uno, es
de uno y no importa de la acción y la reacción del otro, es amor, ese mismo
amor con el cual Cristo nos amó, creo que cuando uno ama a su esposa con esta
dimensión entiendo la forma de, el amor de 1º Corintios 13, y el amor de Cristo
por su iglesia. Pero en lo que a mí respecta, me da una profunda satisfacción
mirar a mi esposa en silencio, podría estar horas así, por que la amo, pero
porque he prometido a Dios
primeramente y a ella amarla hasta el
fin de mi vida, dejar de amarla… sería un doble traición, y por sobre todas las
cosas un estado calamitoso para un hombre.
“Porque
de él, y por él, y para él, son todas las cosas.
A
él sea la gloria por los siglos. Amén.”
Romanos 11:36
Mario Griguelo
Lima. Buenos
Aires
Argentina
9 de Mayo
del 2014
Demas esta decirlo que este escrito esta dedicado a mi esposa Sandra Gonzalez
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