domingo, 17 de junio de 2012

A LAS 5:15



A las 5:15 de la mañana voy caminado en las frías calles de la ciudad, la lluvia me permite ver el  reflejo de las luces y los semáforos. Una llovizna diminuta cae constantemente haciendo que camine más despacio, la música que escucho por medio de mis auriculares me hacen pensar sobre la soberanía de Dios y su cruz. Mientras camino, llego al semáforo y su reflejo se hace cada mas intenso, la luz roja me impide continuar, me paro frente a él y espero, no había ningún vehículo que viniera por la ruta pareciera que este semáforo fuera puesto allí para mí. Unos minutos de espera se hacen eternos o me da la sensación que el tiempo se detiene en ese instante, me pregunto a mi mismo ¿Qué estoy haciendo aquí? Me envuelve interrogantes debido a que no me encuentro en mi lugar de origen, no estoy donde crecí, donde tuve sensaciones, relaciones significativas, donde Dios en su infinita sabiduría supo tratarme, donde cada mañana uno sale y se encuentra con los personajes de siempre. Sin embargo aquí todos me perecen extraños, todos son personas que no conozco a quienes ni siquiera puedo decir buen día, detenido allí pienso que solo es Dios quien me sostiene en tierra de extraños. El semáforo cambia de luz roja a verde, continuo caminando hasta el lugar donde espero el vehículo que me lleva al trabajo diario llego a mi lugar de trabajo me encuentro con mis compañeros de trabajo, tomamos unos mates juntos, conversación tras conversación llegamos a hablar de Dios y su palabra. Me quedo impresionado de la cantidad de conceptos que tienen de Dios, no todas las personas son reacios a Dios, todavía hay gente que necesita creer, todavía hay gente que cree que Dios es la única respuesta que este mundo tiene para sus planteos de la existencia, mientras debatimos (mate de por medio) encuentro la respuesta a mi planteo en el semáforo, ¿Qué estoy haciendo aquí? Bueno esto, trabajando para sostener a mi familia ya que es mi primer responsabilidad, pero también he venido a este lugar para estar con gente que no conozco para llevarles un mensaje que si conozco muy bien. Creo que allí se cumple la responsabilidad misionera, yo no soy un misionero asalariado, ni respondo a ninguna denominación, en completa libertad puedo hablar a los demás. Pensando nuevamente en esto veo y noto que es Dios quien hace esto en mí como en otros que han entendido la obra misionera enviándonos a hablar nada más que a eso, en medio de situaciones comunes de la gente, entre ellos y no desde afuera. Mis compañero se han transformado en aquellos con quienes comparto momentos comunes como la de cualquier hombre, pero yo con una tremenda responsabilidad la de llevarles no un mensaje religioso sino la verdad del evangelio de Cristo, para esto Dios me a traído aquí. Y fue esto lo que aprendi una mañana que comenzó a las 5:15.

“no me avergüenzo del evangelio,
porque es poder de Dios para salvación
a todo aquel que cree;”
                                                                   Romanos 1:16


Mario Griguelo
17/6/2012

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